viernes, 22 de agosto de 2008

Tinta roja

Tengo un montón de asuntos pendientes para escribir aquí, pero hoy toca quejarme de algo.

Como tal vez sepáis, cuando se envía un trabajo para ser publicado en una revista científica, éste pasa primero por lo que se llama el peer review, esto es, revisión por pares. Hay gente a la que no le gusta la expresión revisión por pares, pensando tal vez que se trata de una malatraducción, una confusión del tipo false friend (palabras de distintos idiomas cuya grafía es similar, pero sus significados muy diferentes). Sin embargo, la primera acepción de par en el diccionario de la RAE es:

1. adj. Igual o semejante totalmente.

Con lo cual, revisión por pares me parece correcta. ¿A qué esta digresión? Pues porque lo que sucede es que el editor de la revista manda tu trabajo a varios (generalmente dos) revisores, que son científicos de tu misma área (es decir, tus pares o iguales). Estos revisan el trabajo críticamente y envían al editor su parecer sobre el destino del trabajo (aceptado o rechazado) y, lo que es más importante, sugerencias y correcciones.

A mí me llegan tales peticiones de vez en cuando, e intento esmerarme (o lo intento), sobre todo en la parte de las sugerencias. Es una actividad que, excepto en el caso de revistas realmente importantes, se hace gratuitamente, y sacrificando un tiempo muy valioso. Se hace porque el sistema de peer review es, de momento, el mejor sistema para asegurar un cierto filtrado, y es lo que da cierta garantía a las revistas científicas. Y es una buena actividad para desarrollar el sentido crítico, y mejorar los trabajos propios.

Recientemente me ha llegado una petición, y la he rechazado nada más abrir el PDF. No ha tenido nada que ver con la calidad del trabajo. De hecho, ni lo he leído, ni he rechazado el trabajo en sí. He rechazado realizar la revisión. El manuscrito estaba escrito con tinta roja.

No es superstición. La razón es simplemente que un texto en rojo es difícil de leer, y que no cuesta absolutamente nada cambiar el color del texto en un procesador de textos. El enviarlo así demuestra una falta de tacto considerable por parte de los autores, así como falta de cuidado. Y es que el aspecto, redacción, lenguaje, etc., en suma, el estilo del manuscrito, cuenta mucho en la actitud del revisor. Sea tu trabajo bueno o malo, al menos haz la revisión agradable, que es una actividad voluntaria y sin compensación económica.

Claro, que cierta culpa la tienen los editores de las revistas, que muchas veces son demasiado tolerantes con los autores en este aspecto. En primer lugar, todas las revistas tienen sus normas para la redacción de trabajos, que pueden ser tremendamente detallistas, como en esta revista. Sin embargo, a menudo uno se encuentra con artículos que no respetan las normas más básicas. ¿Cómo vas a decir a un autor dónde debe hacer una corrección, si no ha numerado las líneas del trabajo?

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